Mariposas

Y entonces un día volviste
cuando menos lo esperaba.
Ya no como te habías ido
pero supe ver tu alma,
tu esencia pura, genuina,
en las alas desplegadas
de esa bella mariposa
que apareció en mi ventana.

Y entonces me devolviste
sin saberlo, la esperanza,
porque entendí finalmente
lo que siempre sospechaba:
Que somos tan sólo orugas
en la condición humana,
gusanos que lentamente
van hilvanando su trama;
que en su capullo terrestre
sueñan, ríen, lloran, aman.
Y que llegado el momento,
a la hora señalada,
cuando la noche da paso
a una nueva madrugada,
abandonando su cuerpo,
su alma ya liberada,
se transmutan en silencio,
en mariposas aladas.

©Verónica Malah

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