A veces

A veces, uno se cansa.
Del sol radiante en los ojos,
y la tormenta en el cuerpo,
de la sonrisa fingida
y el lazo de angustia al cuello,
de las mañanas de hastío,
de las noches, el desvelo,
de la soledad buscada
pero también del silencio.

A veces, uno se cansa.
De lastimarse los pies
con las piedras del sendero
y de esa mala costumbre
de andar en calzado ajeno,
de las caricias sin ganas
de los abrazos a tiempo,
de las palabras vacías
que no sirven de consuelo.

A veces, uno se cansa.
De los dientes apretados
gritando a los cuatro vientos,
de la furia contenida,
y las lágrimas vertiendo,
de andar enterrando vivos
y resucitando muertos,
de vivir en el olvido,
alimentando el recuerdo.

A veces, uno se cansa.
A veces.

©Verónica Malah

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